En el análisis que practica González Requena en su Teoría del texto predomina una concepción trascendental y antropológica del relato. El trabajo de Lévi-Strauss y otros antropólogos estructuralistas confirma que ninguna sociedad humana ha prescindido del relato mítico. Ninguna. Y es en el relato, en su reflejo, donde comienza la generación del cosmos, "cosmos", en tanto espacio humano de sentido opuesto al "caos". Es precisamente en la estructura de férrea imbricación causal del relato mítico donde se originaría un espacio que el sujeto encuentre orientable y que suture su encuentro con lo real. El orden unívoco de la estructura mítica es radicalmente opuesta a lo azaroso de lo real, generador de la angustia lacaniano por excelencia. Es en la previsión, en la aniquilación de la entropía, en la generación, en definitiva, del "sentido" -en su acepción más densa- en donde radicaría la utilidad antropológica del relato:
La narrativa hipertextual, por tanto, permutaría la retícula por el brochazo, el trayecto por el recoveco, el héroe por el lector.
Pero aún así no creo que el paralelismo entre el laberinto y el hipertexto sea demasiado acertada. En ambas estructuras se ofrece al lector la opción de "perderse". Pero mientras en la red hipertextual ese extravío de la senda rectilínea es posible, en el laberinto es indeseable. Pues en la estructura ludológica que plantea todo laberinto, la clave está en buscar la salida. En encontrar, de entre todas las opciones posibles, aquella que ofrece el trayecto correcto, desechando las demás. En la lógica laberíntica funciona constantemente el señuelo donde distraer al lector- usuario de la opción correcta.
El lector de un laberinto plantea, de forma parecida al videojuego, un relato individualizado; la historia de su propia fuga vicaria. No pocos relatos clásicos plantean el trayecto heroico como la salida de un laberinto. En buena lógica a lo anteriormente expuesto en términos de Requena: salir del laberinto no es sino acotar la entropía, dar con el camino del sentido obviando todos los demás.
Debemos por tanto dar una vuelta más a nuestra definición gráfica del patrón hipertextual hacia algo sin principio ni final, sin trayectos correctos o incorrectos. El hipertexto funcionaría, si tal oxímoron fuese posible, como un "relato sin clausura", de forma muy parecida a cómo se comporta la figura geométrica estudiada por el matemático alemán August Möbius en 1858, la cinta que lleva su nombre.
La banda de Möbius es una superficie geométrica curiosa, sin principio ni final, en donde todo eje perpendicular trazado que se desplace paralelamente a la cinta llegará al punto de partida, pero con la orientación invertida. De forma similar, el hipertexto no ofrece puntos de inicio ni cierre, es una constante sedimentación de sus propios componentes sobre si mismos, combinadas las capas como el lector quiera.
Christian Felix Klein, también matemático alemán, concibió una figura (la célebre "botella de Klein") sin derecho ni revés, sin interior ni exterior. Esa es, para mi, la delimitación gráfica más adecuada para el comportamiento de una narración hipertextual pura.
Volvamos a la concepción requeniana trascendental del relato. La narración mítica configura un espacio cosmológico, un espacio modelo, reflejo del deber- ser del devenir del presente social de la civilización que lo conforma y lo transmite a si misma. La narración hipertextual se opone radicalmente al sentido de la narración mítica. Y esta nueva forma de narración se consolida, con precedentes, en un momento muy concreto, en nuestra contemporaneidad posterior al segundo conflicto mundial.
¿Es el desarrollo del hipertexto -la aniquilación, por tanto, del sentido de narración clásico- un síntoma definitorio de la profunda crisis de representación nuestro presente que observa el propio Requena, incapaz de generar símbolos consistentes, relatos míticos sólidos?
Desconozco siquiera la importancia de esta pregunta. Pero, para mi, sí es cierto que la estructura narrativa hipertextual es una estructura, psicótica, pues genera un doble espectral y corrupto de ella misma: es una estructura que denega la propia existencia de la estructura narrativa.
4 comentarios:
Como dice Javier, no creo que el laberinto sea lo más aproximado a lo que puede ser un hipertexto. En el laberinto buscas la manera de salir, no aportas para construir el laberinto. Hay un principio y un final (cuando sales del laberinto, por lo menos es el objetivo), sin embargo en el hipertexto el final no existe tal posibilidad porque siempre puede producirse algo más.
Creo que es ambicioso, pero muy difícil encerrar en un significado lo que es un hipertexto: puede ser tantas cosas y al mismo tiempo ser todas ciertas. El hipertexto está continuamente replanteándose....
De acuerdo con vosotros el hipertexto no es un laberinto.
Sobre la cinta de Möbius comentar, que es una cinta finita, que por muchas variantes que tengas la cinta es finita y creada por una persona.
Como concibo la estructura de un hipertexto es como una sucesión de galerías hechas con coral donde hay miles de gusanos creando esas galerías que a veces confluyen y a veces una galerías se termina... pero hay miles para elegir.
y sobre la pregunta "¿Es el desarrollo del hipertexto [...] relatos míticos sólidos?"
La respuesta es NO. Porque un relato hipertextual implica una formación previa en relatos lineales y dirigidos al igual que interpretar una pintura abstracta implica tener nociones de arte clásico para ver la idea difuminada que se plasma en el lienzo.
Así que... podemos decir que la narrativa hipertextual implica una evolución de la narrativa lineal donde el lector es un receptor formado y participativo.
Mucho mejor figura que una cinta de moebius es un laberinto sin centro de esos que tanto gustaban a borges.
Infinito, en constanste modificación orgánica, carente de meta...
Si el hipertexto es síntoma de la perdida de representación, la hiperrealidad es su centro neurálgico. No veo porqué debiera desaparecer el mito cuando sólo hay una especularización de la historia.
Por otra parte me resulta extraño que se piense en una carencia de linealidad narrativa. A mi modo de ver en nada de aleja de ella, lo veo más cercano a una retórica del código programático.
Caso contrario solo existiría el hipertexto en algún idioma como el alemán, que prescinde de la suceción cronológica lineal para la elaboración de sus frases.
Acabo de recordar El metro blanco de Burroughs.
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