Es momento ya de meternos con el autor que da título a este blog, y con la obra que, desde mi punto de vista, más puede ilustrar el concepto de la definición hipertextual de Balasubramanian del usuario como creador y agregador de la obra. Y no es sino 4´33´´, una de las obras más famosas de John Cage, y que no consiste sino en una orquesta -o solista, o lo que sea: en el propio encabezamiento de la partitura se lee "for any instrument or combination of instruments"- que marca tres movimientos durante cuatro minutos y treinta y tres segundos de total silencio.
Por si le pareciera a alguien un exceso gamberro propio de la vanguardia, recuperemos la principal reflexión de Cage a propósito de los componentes expresivos de la música. Para él, dos cosas eran primordiales: la búsqueda de nuevos sonidos (la erosión del binomio ruido/ música) y, principalmente, la valoración del silencio, no como motivo expresivo -papel al que le relegan los tratados de solfeo- sino como componente binario, coexistente e indispensable, de la música en si.
"El sonido tiene cuatro características: altura, timbre, intensidad y duración. El opuesto y necesario coexistente del sonido es el silencio. De esas cuatro caracterísiticas, sólo la duración tiene que ver tanto con el sonido como con el silencio. Por tanto, una estructura basada en duraciones (...) es correcta (se corresponde con la naturaleza del material) mientras que la estructura armónica es incorrecta (derivada de la graduación tonal, que no tiene sentido en el silencio" (Cage, John, Silencio, Madrid, Árdora ediciones, 2007, pág. 63, nota a pie 2)
Por lo tanto, la propia naturaleza constitutiva de la expresión sonora nos licita a plantear una obra verdaderamente musical basada exclusivamente en el silencio. No que lo emplee, sino que lo sea estructuralmente. En su obsesión por el silencio (en la que su contacto con la cultura de la vacuidad zen juega un papel fundamental) Cage se aisló en cámaras perfectamente herméticas acústicamente. Y descubrió que, al cabo de cierto tiempo de experimentar lo más cercano al silencio absoluto, comenzó a escuchar tres cosas: su respiración, el latido de su corazón, y el zumbido de su propia presión sanguínea. Luego, silencio y ser humano son magnitudes incompatibles. (Incluso para el sordo; en palabras de Werner Herzog -En el país del silencio y la oscuridad, fantástico documental sobre el universo de los sordos ciegos- "la gente cree que la sordera es el silencio, pero no lo es. Es un zumbido constante, que va desde un suave rumor a algo absolutamente insoportable)
¿Qué consigue una orquesta, o un solista, cuando plantea al público una obra que consiste en tres movimientos de total silencio? Este es un enlace a una grabación de la obra en el Barbican Hall http://youtube.com/watch?v=hUJagb7hL0E
El propio presentador deja muy clara la peculiaridad de 4´33´´ a la que me quiero referir cuando afirma en la introducción que el propio Cage no estaría demasiado contento de que la obra fuese televisada porque ustedes en casa van a experimentar la obra en una forma muy diferente al público aquí presente. Y es que 4´33´´ es una obra "irreproducible", puesto que expande la obra musical al campo experiencial más radical y subjetivo. No se puede delegar vicarialmente la experiencia de la obra de Cage. Una sinfonía de Mahler diminuye cualitativamente con su grabación -captación de armónicos, etc.- pero resulta reproductible en un grado isoacústico aceptable. Pero nosotros, de querer plantear una pista de completo silencio en un CD de cuatro minutos y treinta y tres segundos de duración, estaríamos muy lejos de "grabar" esta obra. No quiero caer en tópicos, pero verdaderamente no creo que haya nadie que escuche 4´33´´ de una forma análoga a otra persona.
En cuanto el intérprete da la señal de haber empezado la obra, la tensión se apodera del público. Es una obra incómoda, el silencio lo es. Pronto comienzan los ruidos. Los ruidos involuntarios, perfectamente audibles gracias al silencio generalizado. Alguien revolviéndose en su butaca. Un golpe de un pie contra el suelo. Las trepidaciones de la madera, la dilatación de los focos, las toses, los cuchicheos. El público, con sus irrefrenables e involuntarios ruidos, está construyendo 4´33´´, está siendo incorporado a la obra, la está creando.
En este sentido, el planteamiento de 4´33´´ no podía tener más en común con los parámetros hipertextuales de Balasubramanian. No hay muchas más obras musicales donde el público cree la obra según la escucha. Es una propuesta mucho más radical que el uso instrumental del público para "repetir" determinados componentes de la obra (como corear un estribillo de FTM o las palmas de la Marcha Radetzsky en Viena) Es tomar en su literalidad la reflexión de Jauss, el público crea la obra, la recepción genera el hecho estético.
No deja de tener un cierto componente mágico el hecho de que, hasta ayer, hablaba de esta obra de oídas -en buena lógica a lo anteriormente dicho, nadie ha escuchado 4´33´´ si no la ha experimentado in situ. Pero ayer noche me dirigí al Teatro Principal para escuchar y ver el ballet de Cage (con coreografía de Cunningham) The four walls de 1944 en un montaje de Nicasio Gradaille. Y éste, a modo de bis, interpretó tras el ballet, precisamente, 4´33´´
La experiencia me dejó eléctrico. Es verdaderamente indescriptible, un teatro, preparado para la representación, el público en su butaca, y reina el silencio. Silencio que se rompe enseguida. En la platea de mi izquierda, una señora enseguida susurró "está como una chota" -no sé si refiriéndose a Gradaille o a Cage- y su susurro se convirtió en casi en un grito. Pasó por el pasillo alguien, no sé quién, pero sus pasos parecían de un coloso a punto de hacer caer el edificio. Desde el gallinero, más susurros, toses, gente que no acababa de encontrar su postura en el asiento, mi novia, a mi lado, tan nerviosa e incómoda que la oía respirar, la tapa negra del piano de Gradaille, marcando los movimientos de la obra... incluso (daban las diez) la Berenguela y un sonido metálico, insistente, hacia el final del tercer movimiento, que no sabría decir aún qué era. Así que, en medio de aquel colosal artilugio musical (gracias eternas desde aquí al señor Nicasio Gradaille, por su atrevimiento) experimenté de todo, de todo excepto cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio.
Yo mismo, todo mi entorno, nos convertimos en 4´33´´. Construimos (hipertextualmente) la obra de Cage, de una forma, ya, absolutamente irrepetible e irreproductible, fenomenológica. El ser consciente tan de golpe de las condiciones materiales de la producción del sonido musical, me deja todavía la piel de gallina al recordarlo.