martes, 5 de febrero de 2008

¿Mirando a John Wayne...? ¡Hágalo usted mismo! (Boing Boom Tschak II)


Por dejar acabado el asunto Kraftwerk, calcad las flechas del menú en su página web hasta que deis con la opción Boing Boom Tschak
Encontraréis una especie de pentagrama verde con una serie de formas geométricas que pasan a toda velocidad. Pulsando sobre cada forma se produce un sonido diferente, con la opción de poder grabar y reproducir las combinaciones que el usuario tenga a bien realizar. ¿Qué puede ser esto? ¿Un lúdico simulacro de sintetizador, una "brincadeira", que dirían los amigos del sur?


Nada de eso. Se trata de un fantástico y ejemplar ejercicio de hipertextualidad que, además, vuelca toda la responsabilidad de la obra en el espectador, en la más pura tradición jaussiana de la estética de la recepción.
El disco Electric Cafe comienza con la canción homónima a este juego, Boing Boom Tschak -en algún recopilatorio se remezcló como "Music non stop"- La base de este tema es la misma que escuchamos al arrancar el juego, y el primer plano lo ocupan esos sampleados vocales tan simpáticos: boing, boom, tschak, peing, tzong.
El tema se desarrolla -en esencia- precisamente así, en soltar sobre la base en determinada cadencia los samplers vocales de los que aquí dispone el usuario.
Así, el "lector" de la página está en condiciones de reelaborar "su" propia versión de Boing Boom Tschak, alternativa a la que en su día propuso el grupo.
Lo que consagra esta página es una propuesta audaz: la posibilidad, ofrecida por el propio autor, de reescribir su obra. Un equivalente musical de Composición Número 1 de Saporta.
Esta misma idea se recoge en algunas otras zonas de la página de Kraftwerk, como Pocket Calculator, que juega a algo muy parecido. El lector está aquí en condiciones de hacerse para si su versión a la carta de la obra musical.
No falta quien, ante el desarrollo de todo el asunto de la realidad virtual ya barrunta con la posibilidad de introducirse en Centauros del Desierto y reescribir personalmente el relato a su gusto -aniquilando por eso mismo su función cauterizadora, diría Requena- Ante este tipo de propuestas alerta Roman Gubern en Del bisonte a la realidad virtual. ¿Qué habría pasado si el público hubiese tenido posibilidad de escoger el final de Hamlet? ¿Si despertásemos un día en la célebre "holocubierta" del Enterprise y fuéramos Ethan Edwards, describiríamos literalmente su arco heroico... o correríamos a salvar a Martha aprovechando nuestra esfera de conocimiento?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin conseguín interactuar. Cada figura representa un sonido determinado, pero non funcionan os mandos da consola. Aínda que prema no stop, non fai nada¡¡¡ Hai un guión predefinido que se plasma nas formas+ os sons, restrinxindo as posibilidades de interacción mediante un patrón que se repite ¿podería ser máis interactivo? ¿cómo?
mol

oscarhipertext dijo...

Yo puedo escribir una obra, y hay infinitas posibilidades y el tiempo es infinito también. Aquí si se puede crear un hipertexto entre muchos de nosotros. Incluso el propio autor puede reescribir su obra, algo que me entusiasma. Porque nada es definitivo, no se ha terminado. Hay opciones de cambiar o de hacer una nueva obra, tanto el autor original como cada uno de los que visitemos la página.
Tampoco creo que se trate de reescribir el final, sino de cambiar algo hasta el punto de que sea una historia diferente. Escoger un nuevo final es reescribir una historia, pero también obliga a cerrar una estructura. Lo cual es volver a una secuencia sin salida.